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domingo, 19 de junio de 2011

Belo Monte: la resistencia del Xingú


Lúcio Flávio de Faria Pinto es un reconocido sociólogo y periodista brasileño, autor de numerosas obras sobre la Amazonia y el medio ambiente, y con diversos premios nacionales e internacionales por sus trabajos sobre problemas sociales y ambientales, la libertad de prensa y la promoción de la paz. En este artículo analiza las vicisitudes de esta megaobra que, llevada a una polémica grotesca por quienes tratan de imponer su concreción valiéndose de acusaciones espúrias hacia sus detractores, terminan en cambio trasuntando con sus tecnicismos una dudosa seguridad y honestidad sobre los propios fundamentos en que se apoyan.
La aguda mirada de Faria Pinto termina por encontrar, en el fondo de su examen, sola y sin respuesta, la pregunta de rigor: si quienes están a favor no pueden demostrar su viabilidad, es decir, aquello en lo que juran conocer al dedillo...¿estarán entonces en condiciones de hablarnos sobre los beneficios ulteriores, las prioridades a tener en cuenta o la infalible propiedad de ese rasero de desarrollo con que atienden los asuntos del hombre y del medio ambiente?



Belo Monte Comienza Generando Resistencia 

por Lúcio Flávio Pinto


El tercer gran río de la Amazonia va a comenzar a ser desviado de su curso natural para la construcción del gigantesco terraplén de embalse. Después de la hidroeléctrica de Tucuruí, en el río Tocantins, y de Jirau y San Antonio, en Madeira, le tocará al Xingú recibir la usina de Belo Monte.
Sumadas, ellas tendrán un potencia de generación de energía equivalente a todo lo que está previsto para la construcción durante la vigencia del nuevo Plan Decenal. Si ya estuviesen todas funcionando, las cuatro hidroeléctricas amazónicas atenderían a más de un cuarto del consumo nacional de energía (hoy, son el 8%). Y por lo menos cinco de ellas estarán construídas en esta segunda década del siglo XXI. ¿Quedará así sellado el «destino" impuesto a la provincia de la Amazonia de ser una provincia energética nacional?


A pesar de toda la reacción desencadenada en el curso de cada uno de esos embalses, el gobierno acabó consumando su propósito de proseguir en la búsqueda exhaustiva de la capacidad energética de los ríos de la Amazonia. El IBAMA (Instituto Brasilero del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables) concluyó con el licenciamiento de implantación de Belo Monte durante la pasada semana. Ignoró las advertencias del Ministerio Público Federal, que era contrario a la conceder la autorización para el inicio efectivo de las obras civiles de la usina, con la construcción de una ataguía para desviar y secar el lecho del río, y de las reclamaciones de varias ONGs y de instancias internacionales como la OEA y la ONU.

El Gobierno dice estar seguro de que este es el mejor camino para mantener el ritmo de desarrollo del Brasil y que gran parte de la argumentación en su contra deriva de los intereses de competidores del país en el mercado mundial. Ellos no quieren que el Brasil sea una potencia internacional, posición que estaría asegurada por la amplia disponibilidad de energía, en especial de la fuente hídrica, más limpia y más barata. Entienden que ya hubo suficiente debate. No están dispuestos a sujetar su categórica voluntad de las susceptibilidades de una controversia nacional y pública.

La Cámara de Diputados convocó durante la semana pasada, en Brasilia, a una audiencia pública para debatir sobre la Hidroeléctrica. Todos los invitados comparecieron, excepto los que no podían faltar: el gobierno federal, responsable por la concesión de la obra, y el consorcio Norte Engenharia, ganador del concurso para construir la usina. Sin las dos presencias, el encuentro se frustró.

Esta ha sido la regla. Siempre que juzgan desfavorable una situación, los responsables por el emprendimiento evitan la confrontación y escapan de la controversia. La historia del proyecto de aprovechamiento energético de la cuenca del Xingú, como uno de los mayores potenciales de generación del pais, está lleno de desvíos y zigzagues.

Las piedras de mayor volumen en el camino de la ejecución del proyecto fueron tiradas por el Ministerio Público Federal de Pará. En 10 años, el MPF dispuso 11 acciones legales contra la realización de la obra. Ganó la mayoría de las iniciativas en primera instancia, pero perdió todos los recursos en el Tribunal Regional Federal. El juez federal se mostró sensibilizado por los argumentos presentados, pero el relator en la instancia superior y el colegiado revocan las decisiones proferidas.

Después de tantos entreveros judiciales, la Norte Engenharia debió comparecer contra el más destacado de sus adversarios entre los procuradores de la república en Belén, Felicio Pontes. El Consejo Nacional del Ministerio Público está apreciando el alegato de la empresa de el procurador no tiene intención de ánimo para continuar la defensa del interés público en lo contencioso.

¿Las pruebas? Lo que él escribe contra Belo Monte en su blog (heréticamente acoplado al portal del MPF, según lo entienden los denunciantes, que tienen, con todo, su propio blog en el portal del Gobierno) es lo que declara la empresa, siempre dispuesta a oírlos y a que le reserven buenos espacios. La Norte Engenharia quiere convencer a los pares del procurador que él se tornó obsesivo en el combate a Belo Monte, no importándole los motivos que pueda él proporcionar.

La empresa tiene el derecho de suscitar la supensión de Felício Pontes por parcialidad, tendenciosidad o interés personal en la causa. Y aunque él sea retirado de la causa, ciertamente, su sustituto del MPF en Pará dará continuidad a las demandas contra el proyecto. Él sólo seguirá adelante si los recursos de sus ejecutores siguen siendo aceptados por los tribunales.

Con la liberación del IBAMA, finalmente, el río Xingú comenzará a ser desviado de su curso natural con la primera gran intervención humana en su lecho: el secado para construír en él. No significará, en tanto, que la opinión pública estará convencida del acierto del proyecto.

Después de 35 años de estudios y relevamientos de campo, se podrá percibir que la trayectoria irregular de Belo Monte se debe tanto a la resistencia de sus críticos y adversarios como a las inconsistencias e inseguridades de los idealizadores de la obra.

Cuando no pudieran evitar el debate público, impuesto por la propia legislación ambiental, a través de necesarias audiencias públicas que anteceden al permiso, ellos apelarán en ciertos momentos y modificarán el diseño de la hidroeléctrica. Darán motivos, por tanto, para el escepticismo, la desconfianza, la duda y la propia condena al proyecto.

En la posición opuesta, los «represistas" y sus aliados desacreditan los adversarios apuntándolos como quintacolumnas, defensores de intereses -ocultos e ilegítimos- de alienígenas, en especial de competir contra el Brasil, y de ser «ecolocos" o, también, de poetas, visionarios, personas completamente desligadas de la realidad, desconocedoras de lo que es construir una gran usina de energía. De ahí el tono arrogante y autosuficiente de los ingenieros, como una representación contra el procurador federal paraense. Como el asunto además es técnico, los ingenieros excluyen de su ámbito a los no-iniciados en la ciencia de la construcción.

Se abstrae toda la cuestión ecológica y etnológica. Se admite, en principio, que los «represistas" tienen razón: el represamiento del Xingú no irá a causar grandes daños ambientales (todos pasibles de prevención o reparación) y que el perjuicio a las comunidades afectadas será mínimo, así como la populación de Altamira, la mayor ciudad de la región, situada en las proximidades de la represa. El balance de pros y contras en el aprovechamiento hidroeléctrico sería, de este manera, superavitario. Luego, él tendrá que ser ejecutado. Para el bien de todos y felicidad general de la nación.

¿Pero funcionará finalmente? Esta pregunta, elemental, continua sin respuesta. En la concepción original, Belo Monte, para ser viable, tendría que contar con otros reservorios aguas arriba. Las tres represas previstas, con anterioridad, inundando un área cinco veces superior al de Tucuruí, responsable del segundo mayor lago artificial del Brasil, acumularía agua en el invierno para suplir la usina durante el verano amazónico, cuando el estío reduce el volumen del Xingú en 30 veces.


Sin esas cuencas de acumulación río arriba y con la reducción del lago de la propia usina, Belo Monte no tendrá agua suficiente para funcionar durante la mitad del año. Por eso, su potencia firme (la energía disponible en promedio) será inferior al 40% de la capacidad nominal, bajo el punto de viabilidad. 

 

                    
Para que el lago formado por el represamiento de Belo Monte fuese lo mejor posible, fue necesario formar reservorios en los dos canales artificiales del desvío de agua hacia el centro de fuerza, donde estarán las enormes turbinas de energía, 40 kilómetros río abajo, las mayores del mundo. La formación de esos canales exigirá más cemento del que fue usado en el Canal de Panamá, una de las mayores obras de la ingeniería mundia. ¿Tales murallas garantizarán que no habrá fugas? Es una duda más.

Una -entre tantas- de las razones que elevaron el presupuesto de Belo Monte de 19 a 25 millones es, ahora, de 28 billones de real, ya llegando a las estimativas más pesimistas, de 30 billones, que sus constructores decían ser un absurdo. Y sin contar además unos 15 billones (¿o 20?) en la enorme línea de transmisión de energía, de tres mil kilómetros, que no está incluída en el cómputo de la empresa Norte Energia.

Queda, pues, una pregunta central: ¿Belo Monte es propiamente viable? Como ciertos críticos procuran demostrar, hay dúdas de naturaleza puramente técnica cuanto a la viabilidad operacional y económica de la usina. El aprovechamiento energético de la cuenca del Xingú tal vez sea la más demorada y accidentada de los proyectos en los anales de la construcción de represas en Brasil, que es uno de los países con mayor tradición en ese tipo de ingeniería en todo el mundo.

Hasta hoy ninguna palada de arena fue lanzada sobre el lecho del rio para hacer surgir aquello que habría de tornarse la tercera mayor hidroeléctrica del planeta, a pesar de las centenas de millones de reales ya gastados y de centenas de millares de hojas de papel escritas al respecto.

El IBAMA habría dado apenas una licencia ambiental previa el año pasado. El paso siguiente sería la concesión de la licencia de instalación. Pero había una polémica y litigio judicial que fue necesario innovar en el rito procesal e inventar una etapa intermediaria, la licencia de implantación parcial. El consorcio constructor, la Norte Energía, puede montar la construcción de la obra pero no ejecutarla. Desde el día 1ero ya puede colocar manos a la obra, aunque haya sido nuevamente cuestionado por la undécima acción del MPF.



Lo extraño es que, tres décadas después del inicio de los primero relevamientos de campo sobre el potencial hidroeléctrico de la cuenca, el proyecto aún provoque tantos cuestionamientos -y sus críticos aleguen que la decisión de construir la usina no haya sido debida con la sociedad hasta el día de hoy. De continuar parecer ser una caja negra -o de Pandora- de ella todo puede salir. Sobre todo, sorpresas desagradables.

En 1989, cuando el gobierno era dueño del proyecto e imaginaba estar presente en la puesta en práctica, Tuíra, una india de la tribu guerrera de los Kayapó, le restregó su machete a un asustado ingeniero Muniz Lopes, director de la Electronorte, durante el I Encuentro de los Pueblos Indígenas del Xingú. La imagen -de gran impacto visual y denso significado simbólico- corrió por el mundo.

Era la civilización autoritaria e insensible que intentaba imponer sus dogmas materiales ( el «desarrollo") sobre los derechos de pueblos ancestrales, abusando de su poder y tecnología. Resurgencias del sentimiento de culpa original de los colonizadores blancos en relación al buen salvaje rousseauniano bloquearían la continuidad del emprendimiento. Tuiría venció con su machete a las pesadas máquinas de la Electronorte.

Diez años después el proyecto retomó su decurso, ahora retocado. No era más una visión categórica e impuesta por los regímenes militares (que habían llegado a su fin cuatro años antes) Por ella, el Xingú recibiría seis represas para generar 20 mil megawatts de energía, a costa de inundar un área de 18 mil kilómetros cuadrados, cuatro veces y media más de lo que el mayor lago artificial del país, el reservorio de la hidroeléctrica de Sobradinho, en el río San Francisco.

En lugar de eso, una única represa, ya en el bajo curso del rio, uno de los afluentes del monumental Amazonas. Y el reservorio sería reducido al menos un 10% de la previsión inicial, en 1225 kilómetros cuadrados. En verdad, menos aún: descontándose que el propio Xingú inunda durante la mitad del año, serían 516 km2, de los cuales unicamente 228 km2 serían en el propio lecho del rio (los otros 134 km2 resultarían del alagamiento a lo largo del canal, que desviarían las aguas de su curso natural para la inmensa fuerza central de la usina, 40 kilómetros abajo).

Cada megawatt generado por Belo Monten inundaría apenas 0,005 km2 contra una media nacional de 0,49 km2. Para ahorrar, los bosques, la ciudad de Altamira y las tierras indígena del alagamiento, la usina tendría el menor de todos los reservorios posibles.
En consecuencia, no se podría almacenar agua en el invierno para usar en el verano, cuando las tasas de agua del Xingu llegan a disminuir unas 30 veces. El régimen de funcionamiento de la hidroeléctrica será de agua corriente, «al borde del agua", como dicen los represistas.


Y lo que explica la gran diferencia entre lo que ella puede generar como máximo, usando sus 20 máquinas (11.233 megawatts), es su potencia media, de 4.571 MW, descontando los meses en que quedará parada o produciendo poco. La relación es inferior al punto de viabilidad de ese tipo de emprendimiento, que es de 50%. De ahí tantas dudas sobre la rentabilidad del negocio.

La pérdida de facturamiento por causa de esa opción (la alternativa seria formar el mayor lago posible para elevar la potencia firme, garantizando el lucro del negocio) será de 300 millones de reales en el año, 50% más de lo que la compensación que será paga anualmente a los municipios  afectados por la obra, el mayor valor de idemnización de una obra pública en la Amazonia.

Aparentemente, estaría atendida la principal crítica a los emprendimientos hidroeléctricos en la Amazonia, que provocan grandes inundaciones, como en Tucuruí, en el Tocantins, también en el Pará (3100 Km2) y Balbina, en el Uatuma, en el Amazonas (2430 km2). Minimizar el impacto ambiental en el Xingú fue tan prioritario que puede tener comprometida la viabilidad económica de el proyecto. ¿Por qué, entonces, la obra continua sobre una disputa tan intensa, dentro y fuera del Brasil? 

Es otra pregunta en espera de una respuesta satisfactoria. Por eso, la novela proseguirá.


Fuente: http://blogdoestado.blogspot.com/2011/06/belo-monte-comeca-enfrentando.html
Tradujo: @australito

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1 comentario:

  1. Esta é uma obra criminosa do Estado brasileiro, que a quer construir valendo-se de medidas ilegais, próprias do regime ditatorial.

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